El claustro de San Juan de Duero es uno de los monumentos más bellos de la ciudad de Soria. Su sencillez y elegancia combinan a partes iguales para descubrirnos un pequeño tesoro de la historia soriana de refinada imperfección humana e implacable transcurrir del tiempo.

ORIGEN DE LA EDIFICACIÓN DEL CLAUSTRO:
Su construcción data de principios del siglo XIII y se cree que es obra de los monjes hospitalarios. Cuando llegaron a Soria conocieron una pequeña iglesia, extramuros y a orillas del río Duero. Era un lugar ideal para llevar a cabo sus labores de defensa y protección a transeúntes y peregrinos. Y así hermosearon la iglesia con sus templetes, construyeron este fantástico claustro y levantaron sus dependencias monacales; actualmente derruidas.
Este claustro tiene planta rectangular irregular. Los lados norte y sur son más largos que los lados norte y este y su superficie se estrecha paulatinamente de sur a norte. Y sus arcos se construyeron con piedra arenisca rellenando algunos recovecos con mampostería. Dice Eduardo Saavedra que la piedra utilizada procedía de las canteras de Valonsadero, lugar de donde también salió la piedra con la que se construyó la iglesia de Santo Domingo.

Actualmente no tiene techumbre y los únicos restos de ella que puedes ver se encuentran al fondo del claustro. Si te fijas, verás alguno de los mechinales en donde se colocaba los machones que sustentaban el tejado.
Lo más bello son sus paredes. Se trata de cuatro lados de arcos unidos por tres chaflanes porticados, de clara influencia islámica, y un único ángulo puramente románico. El hecho de que todas las esquinas no sean iguales, chaflanes o ángulos, hace pensar a Christian Ewert que el claustro se construyó en dos fases, muy cercanas entre sí cronológicamente hablando.
Como la primera fase corresponde a las arcadas que confluyen al ángulo, es probable que estos monjes llegaran desde Francia a modo de avanzadilla. Y cuando, posteriormente llegó el grueso de la orden, determinaron plasmar en piedra la ciencia oriental adquirida en múltiples Cruzadas.
CURIOSA DISTRIBUCIÓN DE LAS ARCADAS DE SAN JUAN DE DUERO:
Lo más curioso es su distribución, pues a cada uno de los chaflanes y el ángulo confluyen dos medios lados de arquería. Y estas mitades están separadas entre sí por un grueso contrafuerte muy similar al de las puertas de los chaflanes, salvo la arquería del lado sur en cuya mitad se abre un hueco a modo de puerta. Tal vez fue una manera de comunicar el claustro con las extintas dependencias monacales, pues la puerta que se abre a mitad del perímetro daba acceso al cenobio.

Observa y admira sus pilares, columnas, fustes, arcadas y capiteles, sobre todo éstos últimos. Ya que todo está profusamente decorado con motivos vegetales, escenas humanas, animales, seres fantásticos y motivos geométricos.
Deléitate distinguiendo hojas de acanto, de laurel, de vid, piñas, flores, aves, estrías, círculos, rombos, triángulos y conchas peregrinas.
AGRADECIMIENTOS:

Para poder escribir este post me he basado en el libro “Guía de la iglesia y claustro de San Juan de Duero”. Los párrafos escritos en cursiva pertenecen a él. Y si hay alguien a quien hay que dar las gracias es a Adelia Díaz Díaz. Ella se encargó de escribir este maravilloso libro y fue publicado gracias a la colaboración de la Consejería de Cultura y Bienestar Social de la Junta de Castilla y León.
Merece la pena leerlo sin olvidarse de la introducción, de José Luis Argente.
Es un libro que al principio te puede desconcertar un poco, ya que comienza con la historia general de la Edad Media en la provincia de Soria, pero en seguida se centra en San Juan de Duero; su historia, características arquitectónicas y detalles escultóricos.